sábado, octubre 11, 2008

Supr


Los campos electromagnéticos nos habían escupido a esa Franja de Gaza medio muy nuestra, intestina, al alcance de los recuerdos y de una reflexión atravesada por impulsos que, aceptalo de una buena vez ¿querés?, nos repele. Te quejaste gustosa y golosa y ampliamos la frecuencia con el ansia de los mordiscos como mimos del hambre que te tengo. ¿Hace cuánto que no mirás MTV? ¿Hace cuánto que pasamos de la frontera del reality actual a una sitcom desimprovisada, un reparto de los roles y la sofisticación de los roces que confundís con corazón y me hacés daño. Y te quedás pancha y pipona y te acomodás los años atrás de la oreja con esa monería que revolea los dedos y gravita las células muertas de tu peinado que supone una turbina en el baño, en algún lado me inserto para poder salir de las malas ondas que, quieras o no, influyen, porque nos chupa la energía que ponemos para qué, ¿me querés decir? Si la cápsula de las mentiras necesarias -y que los dos forjamos, no te hagas- las proyectamos a un programa de lo que vendrá, a una memoria que todavía no usamos. ¿Hace cuánto que dejamos de ver la serie ambientada en esa excusa del siglo que no sale, que va a cesárea? Por favor, no me hagas llorar de la resaca. Allá usan miradas noctámbulas de un infrarrojo como nuestro insomnio de atención conciente. Y sin el beso de las buenas noches, y sin casa soñada. Olvidate. O por lo menos reiniciemos, reseteate un poco conmigo. Pero salí en serio del mar, o del océano antiguo renovado, vos que tenés vértebras y al menos una escama marinera. Anulate, embrión, que fuimos diseñados.
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